El sector financiero ha experimentado una notable evolución, integrando
progresivamente la tecnología en sus procesos diarios. Con el paso del tiempo, la solicitud de productos financieros a través de canales no presenciales, como internet o teléfono, se ha vuelto cada vez más común. Alrededor del año 2015, resultaba impensable gestionar asuntos tan sensibles como el dinero con escasa o nula interacción entre el cliente y un asesor. Sin embargo, este cambio ha representado una oportunidad significativa para el consumidor, gracias a las nuevas tecnologías que simplifican los trámites y permiten que las verificaciones de seguridad se realicen de manera automática (González, 2020).
The financial sector has experienced a notable evolution, integrating progressively technology in their daily processes. Over time, the request of financial products through non-face-to-face channels, such as the internet or telephone, it has been become increasingly common. Around 2015, it was unthinkable to manage issues
as sensitive as money with little or no interaction between the client and an advisor. Without However, this change has represented a significant opportunity for the consumer, thanks to new technologies that simplify procedures and allow verifications security are carried out automatically (González, 2020).